Y la información ser� libre... �o no?

 

Pedro de las Heras Quir�s y Jesus M. Gonz�lez Barahona (1)
,

Agosto 2000

Resumen:

Las tecnolog�as de distribuci�n de informaci�n est�n cambiando como no lo hab�an hecho nunca antes en la historia. Las posibilidades que nos proporcionan estos cambios y los desaf�os a los que nos enfrentan son tambi�n nuevos en la historia, y tienen una potencia capaz de modificar muchos fundamentos b�sicos de la sociedad tal y como la hemos conocido durante los dos �ltimos siglos. En este ensayo tratamos por un lado de exponer la situaci�n actual tal y como la vemos, y por otro, de dar dos visiones alternativas sobre c�mo podr�a ser esta sociedad que nos espera. En ellas no intentamos hacer futurolog�a, sino s�lo extrapolar algunas tendencias actuales y llevarlas a lo que a fecha de hoy percibimos como sus extremos. Por supuesto, la realidad que nos encontraremos ser� bien diferente, y seguro que mucho m�s impresionante... e incre�ble.

Pasado y presente

El Software Libre: origen y situaci�n actual

La legislaci�n sobre patentes y derechos de copia ha marcado el desarrollo de la tecnolog�a inform�tica. Hasta finales de los a�os 1960 el software era libre. El c�digo fuente de los programas se distribu�a sin trabas entre los compradores de ordenadores como parte del servicio que recib�an, para que los utilizasen libremente y sin coste adicional. En esa �poca, en las universidades flu�a el c�digo fuente de manera natural.

A principios de 1970 el panorama cambi� dr�sticamente. La venta de software sin fuentes y sin permiso de redistribuci�n ha marcado los �ltimos 30 a�os, situando entre las primeras del mundo por capitalizaci�n a empresas cuya fuente de ingresos casi exclusiva proviene de la venta de copias de software propietario. Y el caso de la industria del software no es aislado. La legislaci�n sobre derechos de copia se ha utilizado durante varios siglos no s�lo para permitir el proteccionismo en ella, sino tambi�n en otras industrias m�s "cl�sicas'' (en las cuales, de hecho, tiene su origen el modelo), como la discogr�fica, la del v�deo y la editorial. En general, podr�a decirse que hasta la fecha el sector las industrias de la informaci�n ha tratado de impedir, con �xito, el flujo libre de informaci�n, con el argumento de que de esa forma la sociedad dispondr� de m�s y mejor informaci�n.

Por otro lado, cada vez son m�s voces las que reclaman una revisi�n de la legislaci�n sobre patentes y derechos de copia. La posibilidad de intercambiar datos con coste pr�cticamente nulo gracias a Internet es en gran parte la raz�n que est� guiando este proceso de revisi�n que afecta a uno de los principales sectores econ�micos de las sociedades desarrolladas.

En el sector inform�tico, la situaci�n est� cambiando gracias al software libre. Cabe situar el origen de este proceso de liberaci�n a principios de los a�os ochenta, cuando Richard M. Stallman emprende el proyecto GNU. El esfuerzo pionero y visionario de Stallman y el trabajo simult�neo y continuado de muchos programadores, ha permitido que a finales de los 1990 el fen�meno del software libre adquiera consistencia y sea considerado con inter�s por empresas y usuarios. Puede marcarse como hito hist�rico la liberaci�n del c�digo fuente del navegador de Netscape, en 1998. Desde ese momento el software libre ha irrumpido en grandes sectores la industria inform�tica: fabricantes de Hardware como Intel, Cisco o Sony utilizan software libre sobre sus procesadores. Dell, Compaq e IBM distribuyen GNU/Linux con sus equipos. Nuevas compa��as cuya fuente de ingresos depende del �xito del software libre, como Red Hat o VA Linux, han conseguido en el NASDAQ una financiaci�n que hace s�lo un a�o habr�a sido simplemente incre�ble.

A�n as�, est� por ver si existe un modelo econ�mico viable que posibilite que una parte importante del software desarrollado por la industria se distribuya como software libre. Los pr�ximos a�os nos mostrar�n si somos o no capaces de encontrar este modelo.

No s�lo el software quiere ser libre

La distribuci�n digital de informaci�n (audio, v�deo, libros, software) est� alterando la industria tradicional. Internet ha hecho posible que cualquier persona pueda intercambiar f�cilmente informaci�n digitalizada con el resto de internautas. La experiencia durante este �ltimo a�o con programas como Napster, que act�a como directorio de grabaciones audio en formato MP3, ha alarmado tanto a la industria del sector que ya ha emprendido acciones legales contra la empresa que lo distribuye. Cualquiera puede grabar en el disco duro de su casa una canci�n de un CD en un fichero en formato MP3, y a trav�s de Napster informar de la disponibilidad de ese fichero al resto del mundo. Unos minutos despu�s alguien puede estar escuchando esa canci�n a miles de kil�metros. A juzgar por el n�mero creciente de usuarios de Napster, y salvo que pensemos que los ciudadanos no saben lo que quieren, es un hecho que son muchos los que no consideran moralmente reprobable utilizar estas herramientas.

De manera simult�nea a esta tendencia, la industria est� tratando de emplear un buen n�mero de m�todos t�cnicos y legales para impedir este proceso liberalizador: libros electr�nicos intransferibles que permiten s�lo un cierto n�mero de lecturas, c�digos de protecci�n en DVDs, nueva legislaci�n como UCITA en EE.UU., o aplicaci�n estricta de la existente, como la persecuci�n parapolicial que realiza la BSA o la detenci�n del programador noruego del caso DeCSS-DVD.

Todos los sectores de la industria de la informaci�n se ven afectados. Hace tan solo unas semanas Stephen King public� un libro electr�nico con protecci�n anticopia que en breves horas se convirti� en el libro m�s distribuido en un corto espacio de tiempo de la historia de la humanidad. A los pocos d�as ya circulan por la red copias desprotegidas del libro.

Es notable, y como m�nimo un hecho sobre el que merece la pena reflexionar, que a las primeras de cambio, en cuanto los medios t�cnicos lo han permitido, los ciudadanos opten en masa por copiar y dejarse copiar informaci�n, a�n a sabiendas de que, por ahora, es ilegal. Y esto cuando la sociedad tiene (al menos te�ricamente) una experiencia acumulada de cientos de a�os con la legislaci�n de derechos de copia en el sector del libro, y de casi un siglo en los sectores de grabaciones musicales e imagen.

Podr�a decirse que las personas tienen una tendencia natural a compartir la informaci�n. S�lo la imposibilidad t�cnica y las medidas coercitivas han hecho posible que hasta ahora esta tendencia no haya podido expresarse en toda su magnitud. Y por lo tanto, la sociedad tampoco ha podido experimentar nunca con las posibilidades que proporciona el libre flujo de informaci�n (salvo en sectores concretos, y de forma parcial, como por ejemplo en el campo cient�fico). Del enfrentamiento de estas dos fuerzas contrapuestas (por un lado las presiones para limitar el uso y distribuci�n de la informaci�n, por otro las tendencias a usar y redistribuir informaci�n sin trabas) depender� el futuro del software libre en particular, del acceso a la informaci�n en general, y posiblemente del mismo modelo de sociedad hacia el que nos dirigimos.

�Qu� futuro nos espera?

2010: El fin de la propiedad intelectual

A�o 2010. El coste de duplicaci�n de la informaci�n ha sido pr�cticamente cero desde hace una d�cada. Desde 2005 casi todos los pa�ses desarrollados incorporaron legislaci�n para permitir el acceso gratuito y de calidad de todos sus ciudadanos a la Red. Hacia 2008 casi la mitad de la poblaci�n mundial dispone de este tipo de acceso, y gracias a los programas de coordinaci�n internacional se espera una cobertura del 85% de los habitantes del planeta para 2015. Junto con estas medidas, la iniciativa privada y la p�blica han conseguido mejorar y simplificar enormemente los medios de publicaci�n de contenidos en la Red, hasta el punto de que cualquier persona con acceso puede hacer p�blica, en buenas condiciones, cualquier tipo de informaci�n (desde una novela que haya escrito, o un ensayo econ�mico o pol�tico, o una obra musical, o un escenario de realidad virtual, o un programa de asistencia al aprendizaje). La producci�n de informaci�n de calidad (comparable a la que a finales del siglo XX era redistribuida por editoriales de libros, estudios de cine o productoras de m�sica) se duplica cada seis meses desde principios de siglo, y est� llevando a un florecimiento de la cultura y la ciencia que deja muy atr�s al impacto del Renacimiento o la Ilustraci�n.

�C�mo ha sido posible esta situaci�n, si la legislaci�n internacional ya no permite cobrar derechos de autor ni derechos por patentes? Sin duda, el impacto mayor lo han tenido las decisiones legales de primeros de siglo. Comenzaron con t�midos movimientos de algunos pa�ses limitando los monopolios de explotaci�n de las patentes relacionadas con la informaci�n y la biolog�a. Continuaron con las decisiones de algunos peque�os estados de retirarse (o no incorporase) a los tratados internacionales que limitaban el libre flujo de la informaci�n entre los ciudadanos (en aquella �poca llamadas ``leyes de propiedad intelectual''). Al principio, las presiones que tuvieron que soportar (inclu�as amenazas de separaci�n de la Red, bloqueo de intercambios de bienes culturales, etc.) fueron enormes. Pero poco a poco, estas presiones se mostraron absolutamente inoperantes frente al desarrollo de la propia Red, y a la enorme ventaja competitiva de estos estados en el mercado global de conocimientos, cultura y tecnolog�as de la informaci�n.

Hacia 2005, la situaci�n para zonas econ�micas como la Uni�n Europea era claramente insostenible. Por un lado, las limitaciones al flujo libre de informaci�n les imped�an mantener sus propios sectores de generaci�n de informaci�n. Sus propios ciudadanos prefer�an cada vez m�s utilizar (y producir, mediante agentes interpuestos) informaci�n en las zonas libres. Muchos contenidos se desarrollaban cada vez m�s en el antiguamente llamado tercer mundo, que se estaba sumando m�s y m�s a las �reas que no controlaban el flujo de informaci�n. En 2006, la Uni�n Europea fue la primera zona econ�mica del mundo desarrollado que someti� a refer�ndum popular su legislaci�n sobre control del flujo de informaci�n. Tras una enconada campa�a, triunf� claramente la propuesta de eliminar masivamente estos controles. Hacia 2008, el resto del mundo desarrollado se vio forzado a realizar refer�ndums similares, o simplemente a abolir esa legislaci�n.

En el campo inform�tico, podemos afirmar que el software libre ha permitido durante la d�cada que termina que los centros de educaci�n y las industrias locales de muchas regiones del mundo puedan producir programas de tecnolog�a punta, no qued�ndose descolgados de los desarrollos m�s interesantes de esta �poca. Aunque sea dif�cil de comprender hoy d�a, conviene recordar que a finales del siglo XX muchos de estos pa�ses pr�cticamente ten�an vedada la participaci�n en la industria inform�tica m�s que como compradores, al no tener una industria fuerte de software propietario (el modelo imperante en esos momentos).

El hecho de que grandes proyectos de software como GNOME o la distribuci�n Debian de GNU/Linux contasen con numerosos desarrolladores en pa�ses de Europa o Sudam�rica plante� al principio de la d�cada del 2000 interesantes reflexiones de cara al futuro. Diez a�os despu�s podemos afirmar que este hecho modific� la balanza tecnol�gica en el sector del software, equilibrando la situaci�n que hasta hace poco era favorable a los intereses de los EE.UU.

Durante estos �ltimos a�os han surgido nuevas formas de generar recursos para hacer posible la creaci�n de contenidos, aunque muchas de ellas tampoco son tan nuevas. En el campo del software libre ya hab�an emergido a finales del siglo pasado modelos de financiaci�n alternativos, generalmente basados en la prestaci�n de servicios alrededor del software desarrollado, o bien en el cobro por desarrollos espec�ficos.

La pasada d�cada ha demostrado que eran falsos los supuestos que manejaban las industrias audiovisual y del libro para justificar el proteccionismo que les garantizaba la legislaci�n de derechos de copia. Durante estos a�os no ha cesado la producci�n de contenidos art�siticos y t�cnicos (desde m�sica hasta pel�culas y libros electr�nicos) como se quer�a hacer creer. Antes al contrario, entre el 2000 y el 2010 hemos podido conocer nuevos artistas y la variedad de contenidos ha sido superior a la que est�bamos acostumbrados en el pasado siglo. Los nuevos mecanismos de financiaci�n que se han ido descubriendo han hecho aflorar un mayor n�mero de tendencias. Hemos asistido a la desaparici�n de los fen�menos de masas del siglo XX, provocados y controlados f�rreamente por la industria de contenidos, y a la vez hemos sido testigos de otros nuevos, emergidos del gusto de los ciudadanos. Hemos tenido, en resumen, la oportunidad de elegir libremente a qui�n subvencion�bamos para que produjera nuestras melod�as preferidas, dirigiese y/o interpretase las pel�culas que m�s nos gustaban, o escribiese los libros y el software que necesitamos.

A finales de la d�cada, la econom�a mundial contin�a creciendo, gracias a los nuevos servicios demandados por esta sociedad de la informaci�n libre. Por primera vez en la historia, m�s de la mitad de la poblaci�n mundial participa de este crecimiento, ya que las posibilidades de ofrecer servicios de informaci�n competitivos desde cualquier parte del mundo cada vez es m�s real. Los pa�ses desarrollados a�n tienen cierta ventaja competitiva, debido a su mejor infraestructura de comunicaciones, pero las diferencias est�n reduci�ndose r�pidamente, ya que todos est�n interesados en que esta nueva sociedad de productores-consumidores de informaci�n se extienda lo m�s r�pidamente posible a todo el planeta.

Y los cambios no han hecho m�s que empezar...

2010: La propiedad sobre todo

Mientras la sociedad segu�a preocupada por la econom�a ``tradicional'' de los bienes tangibles, la legislaci�n sobre control de la informaci�n se desarrollaba a sus espaldas. Ingentes campa�as de publicidad modelaban el pensamiento de los individuos del mundo desarrollado, y estas ideas eran despu�s exportadas al resto del planeta. Algunos pa�ses trataron de oponerse a estos cambios, por ejemplo no reconociendo patentes sobre tecnolog�as b�sicas para la cura de enfermedades. Pero la oposici�n combinada de los gobiernos de los pa�ses desarrollados y de las grandes ``nuevas'' empresas que ten�an en la venta de derechos sobre la informaci�n su principal negocio hicieron que la presi�n sobre estos estados fuera dif�cil de aguantar.

Hacia 2005, pr�cticamente todos los estados se hab�an adherido (de grado o debido a fuertes presiones) a los nuevos tratados sobre propiedad intelectual. Estos tratados eran una simple extensi�n a la informaci�n digital de los medios pensados para al informaci�n impresa varios siglos atr�s. Pero la enorme diferencia entre las nuevas tecnolog�as y las disponibles dos siglos antes marcaban numerosas amenazas. Con la nueva legislaci�n, los productores de informaci�n pueden disponer exactamente qu� puede hacer un cliente con ella despu�s de hab�rsela ``alquilado''. Por ejemplo, los libros electr�nicos personales con control de n�mero de lecturas hicieron posible que la informaci�n se vendiese para un s�lo usuario, y que se le cobrase a �ste seg�n el n�mero de veces que consultara la obra ``vendida''. El acceso a informaci�n p�blica, muy dificultado por la legislaci�n sobre responsabilidad del proveedor de informaci�n, desapareci� pr�cticamente a partir de 2007 (incluidas instituciones como las bibliotecas p�blicas, que no pudieron sobrevivir a las leyes que les obligaban a pagar a los productores de informaci�n por cada lector que usaba su informaci�n). Los recientes rumores relativos a la posible prohibici�n de la edici�n en papel de libros, agravar�n a�n m�s la situaci�n, al crear en la sociedad una dependencia total de los libros electr�nicos.

Mientras que el precio de acceso a la Red se ha reducido hasta ser despreciable, incluso para los habitantes de los pa�ses menos desarrollados, el coste de acceso a la informaci�n no ha hecho m�s que crecer en la �ltima d�cada. Una nueva clase social constituida por los que pueden pagarse el acceso a informaci�n de calidad, est� emergiendo como la nueva clase dirigente. Y cada vez m�s, la �nica posibilidad de entrar en ella es precisamente participar en al producci�n de informaci�n (normalmente como asalariado de alguno de los grandes productores de informaci�n para la Red). A pesar de las tendencias de principios de siglo, la producci�n de informaci�n cada vez est� m�s concentrada, y la inmensa mayor�a de la gente que participa en la Red lo hace s�lo como consumidor de informaci�n ``de pago''. S�lo la informaci�n que es considerada como generador potencial de ingresos es interesante para los productores que controlan la informaci�n que se pone en la Red. La situaci�n empeora por momentos, pues las sociedades generales de autores, est�n presionando a los gobiernos para que s�lo sus asociados puedan crear y publicar obras literarias, audiovisuales y software. Se habla de un carn� de autor, que restringir� a�n m�s las posibilidades de tener una sociedad libre. En pa�ses como Espa�a, donde ya el siglo pasado se permiti� que estas sociedades cobrasen dinero por cada cinta virgen de v�deo o cada fotocopia vendida, se da como segura la aprobaci�n de la nueva legislaci�n.

Aunque las estad�sticas difundidas por los medios oficiales indican que la producci�n de informaci�n de calidad es cada vez mayor, lo cierto es que se han reducido dr�sticamente tanto la producci�n de informaci�n bruta como la diversidad de esta informaci�n. Los costes de producci�n de una pel�cula, un programa de ordenador, o una m�sica, cada vez son en una mayor parte costes de comercializaci�n (hay que convencer al consumidor que pague por ``echar un vistazo''). Capas sociales completas no reciben ya una instrucci�n adecuada porque no pueden pagar m�s que informaci�n limitada o de baja calidad. Muchas obras no llegan nunca al p�blico porque no encuentran un canal de comercializaci�n adecuado.

Los productores de informaci�n piden mayores controles contra el mercado ilegal de informaci�n, que hacia el a�o 2008 super� (por volumen econ�mico estimado) a los de armas y a los de estupefacientes. La poblaci�n reclusa por delitos relacionados con al difusi�n ilegal de informaci�n en la Uni�n Europea super� del 50% de la poblaci�n reclusa total en el a�o 2009. Muchos de los famosos escritores, directores de cine y programadores que en el 2007 firmaron el Manifiesto mundial en favor de un sistema de publicaci�n de contenidos libre y comenzaron a publicar de manera independiente, fueron perseguidos, y permanecen hoy d�a ocultos, publicando bajo seud�nimo en el mercado ilegal. Muchos intentaron luego volver a publicar a trav�s del sistema, pero ninguno de ellos lo consigui�, al figurar sus nombres en las listas negras de autores prohibidos.

Los recursos que los estados y las empresas productoras de informaci�n dedican a la persecuci�n de este mercado son desde hace tiempo mayores que los dedicados a educaci�n y sanidad, a pesar de las constantes campa�as de concienciaci�n. Uno de los �ltimos desarrollos en este campo permitir� controlar en tiempo real toda la informaci�n visual y de sonido reproducida por un equipo. Se espera que todos los equipos con capacidad de reproducci�n de la informaci�n incluyan uno de estos dispositivos para el 2012, y ya est� implantada a nivel mundial la legislaci�n que declarar� ilegal en 2014 la posesi�n y uso de cualquier aparato reproductor que no disponga de este dispositivo, que se activa �nicamente tras la identificaci�n individual por m�todos gen�ticos. Con �l se har� por fin imposible la consulta ilegal de informaci�n por individuos que no hayan pagado por el acceso a ella.

Los expertos en econom�a siguen prediciendo un despegue de la econom�a mundial, tras los cinco a�os de depresi�n en que est� sumergido el planeta despu�s de unos a�os de crecimiento de principio del siglo. Pero por ahora (y a pesar de la depresi�n), �nicamente se ha experimentado un enorme crecimiento de riqueza entre las empresas de producci�n de informaci�n, que siguen con grandes expectativas de crecimiento, y ya acumulan casi toda la capitalizaci�n de las bolsas mundiales de valores, en detrimento de los sectores productivos ``tradicionales'', que han quedado en la pr�ctica fuera de estos mercados.

En este a�o, 2010, s�lo un 20% de la poblaci�n mundial tiene acceso a la Red, y por primera vez desde que existe, este a�o se espera que este n�mero disminuya, ya que muchos abonados no pueden pagar las tasas privadas m�nimas de acceso a la informaci�n.

Algunas referencias

�Son estos escenarios futuristas realmente posibles? �Est�n las cosas hoy realmente como las contamos? Desde luego, el lector tendr� su propio criterio al respecto. En caso de que quiera contrastarlo con lo que ya est� ocurriendo, le proponemos aqu� algunas referencias que quiz�s le interese consultar.



Notas al pie

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<> �Pedro de las Heras Quir�s, Jes�s M. Gonz�lez Barahona. Se otorga permiso para copiar, distribuir y/o modificar este documento bajo los t�rminos de la Licencia de Documentaci�n Libre GNU, Versi�n 1.1 o cualquier otra versi�n posterior publicada por la Free Software Foundation. Se considerar� como Secciones Invariantes todo el documento, no habiendo Textos de Portada ni Textos de Contra Portada. Puede consultar una copia de la licencia en: http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html<>

Jesus M. Gonzalez-Barahona
2000-08-04