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14/10/2001 17:25
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De c�mo usar unas palabras por otras (Juan Gelman)
De c�mo usar unas palabras por otras
Juan Gelman
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El 2 de octubre �ltimo -exactamente tres semanas despu�s de los sangrientos atentados en Estados Unidos- The New York Times public� en primera p�gina el siguiente trascendido: antes del 11 de setiembre, Washington planeaba apoyar el establecimiento del Estado palestino y promover un encuentro Bush-Arafat con ese fin. No est� claro si el plan exist�a en realidad, pero el propio Bush le dio visos de realidad cuando declar� el mismo d�a que "la idea de un Estado palestino siempre form� parte de una visi�n, a condici�n de que se respete el derecho a la existencia de Israel". Lo claro es que se trataba de una t�ctica
-exitosa hasta el momento- destinada a lograr el sost�n de los sistemas, gobiernos y reg�menes isl�micos y �rabes moderados y aun dictatoriales a la guerra decretada por la Casa Blanca. As� dejaba Bush a un lado su pretensi�n primera de que los ataques terroristas nada ten�an que ver con la pol�tica estadounidense en Medio Oriente.
La afirmaci�n presidencial encresp� al American Israel Public Affairs Committee (AIPAC), el lobby pro-israel� m�s poderoso del Capitolio, y a dirigentes de la comunidad jud�a. "Esta es una pol�tica muy miope y err�nea... Significa que si se ataca a EE.UU., algo se obtiene. Es el mensaje equivocado en el momento equivocado", asever� Mortimer Zuckerman, presidente de la Conferencia de Presidentes de las principales organizaciones judeo-estadounidenses. "Los que instan al presidente a encontrarse con Yasser Arafat... y a apoyar un Estado palestino est�n socavando la guerra contra el terrorismo", se preocup� la AIPAC. N�tese el eufemismo: "los que instan al presidente" en lugar de "el presidente".
Tambi�n Sharon se enoj� con su aliado �ntimo. El jueves 4 ca�a en el mar Negro un avi�n que hab�a partido de Tel Aviv con destino a Siberia y el primer ministro israel� se apresur� a considerar el hecho un atentado terrorista. Convoc� a radios y canales de TV para leer -en las horas de mayor audiencia- un discurso de su mano, haciendo caso omiso de la noticia de �ltimo momento de que el avi�n hab�a sido derribado por un misil ucraniano. Dirigi�ndose a "las democracias occidentales encabezadas por Estados Unidos", calific� a Arafat de "hermano gemelo de Bin Laden" y compar� la situaci�n de Israel con la de Checoslovaquia en 1938, es decir, Bush ser�a el nuevo Chamberlain a punto de entregar a Israel para apaciguar al mundo �rabe. La comparaci�n tiene algunas fallitas: en 1938 la Alemania nazi era una gran potencia militar que invadi� un pa�s peque�o y casi inerme; en Israel la situaci�n es exactamente inversa a la checa. Y luego, Checoslovaquia no estaba ocupada por los alemanes, como hoy los territorios palestinos por los israel�es.
Bush afirma que la guerra que desat� es justa, pero ante todo es ilegal. Viola la Carta de las Naciones Unidas, aunque Washington aleg� ante el Consejo de Seguridad del organismo mundial que se ampara en el derecho a la autodefensa que le confiere su art�culo 51. Dicho art�culo, sin embargo, establece que el derecho a rechazar un ataque o prevenirlo es una "medida temporal" que no incluye el derecho a represalias cuando el ataque ha cesado. Pero Bush habla de una guerra prolongada. El Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado dos resoluciones condenando los atentados y estableciendo disposiciones para combatir el terrorismo, pero ninguna concede a nadie el uso de la fuerza militar. Como se�ala el jurista canadiense Michael Mandel, Estados Unidos y Gran Breta�a bombardean sin autorizaci�n del Consejo de Seguridad y los civiles afganos que ya est�n muriendo "son v�ctimas de un crimen de lesa humanidad, exactamente igual que las v�ctimas del 11 de setiembre". Su colega Anthony Scrivener, ex presidente del Colegio de Abogados brit�nico, destaca por su parte que en el documento sobre la autor�a de los atentados Washington reconoce francamente que "no presenta un caso contra Osama Bin Laden susceptible de sustanciarse en un tribunal". El jurista ingl�s agrega que no deja de sercuriosa "la idea de que se requieren mejores evidencias para juzgar a un ratero de tiendas que las necesarias para comenzar una guerra mundial".
Las simetr�as de Bush y Bin Laden son evidentes. "O est�n con nosotros o est�n con los terroristas", dice el primero. "El mundo est� dividido en dos partes, la parte de los creyentes y la parte de los infieles", espeja el �ltimo. Ambos manifiestan un repentino inter�s por los palestinos, que estuvo mucho tiempo ausente de sus preocupaciones. Bin Laden amenaza con que los estadounidenses no tendr�n paz mientras no la tengan los palestinos, pero a este millonario fundamentalista lo mueve mucho m�s la obsesi�n de derrocar a la monarqu�a saud� e instalar en su pa�s natal una teocracia isl�mica pura que envidiar�an los ayatolas de
Ir�n. Debe saberlo el muy enfermo rey Fahd de Arabia Saudita, quien -seg�n buenas fuentes- abandon� el pa�s para recluirse en Ginebra tras los muros de alguna mansi�n registrada a nombre de alguno de sus socios europeos.
Cabe reconocer que Bush sobresale en este ejercicio de usar unas palabras por otras. Dice que no est� contra el pueblo afgano, pero dif�cilmente le creer�n los centenares de miles de refugiados que se amontonan en la frontera con Pakist�n aun antes de los bombardeos: la guerra contra Bin Laden ya es una guerra contra Afganist�n. Bush dice que no est� contra el mundo �rabe, algo de lo que no se enterar� el mill�n de iraqu�es que han muerto por el bloqueo y por los bombardeos casi diarios sobre Irak. Bush dice que lanz� esta guerra para garantizar la seguridad de Estados Unidos y hasta la del llamado "mundo libre", pero lo m�s probable es que acent�e el peligro terrorista, para no hablar de las restricciones a las libertades civiles del "mundo libre". �Qu� hay debajo, entonces, de esas palabras? �El designio de un reordenamiento brutal -como todos los del capitalismo- de la globalizaci�n en crisis? �De ah� la necesidad de "terminar la guerra contra Irak", como no se cansa de proclamar el subsecretario de Defensa yanqui Paul Wolfowitz, y de extenderla a L�bano, Filipinas, Indonesia, como se debate en el Pent�gono? �Se persigue un nuevo dise�o del poder mundial, con beneficios colaterales -gas natural, petr�leo- para Bush padre? Se entiende la ira de los estadounidenses, pero Washington es fr�o. No lo excita la venganza.