Noam Chomsky

13/10/2001 12:21

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Reacci�n

 

Reacci�n

Noam Chomsky

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Hasta ahora, la reacci�n de EE.UU. y Gran Breta�a ha sido la que se pod�a esperar. Se habla de ataques con misiles de crucero y bombarderos de alta altitud, acompa�ados por algunos lanzamientos de alimentos fuera de las �reas controlados por los talib�n (la mayor parte del pa�s), un gesto tan evidente destinado a las relaciones p�blicas que ni siquiera se trata de disimularlo. La totalidad de los ataques parecen haber partido desde fuera del mundo musulm�n, presumiblemente por temor a las protestas. Es demasiado temprano, y carecemos de suficientes informaciones, para decir algo con seguridad, pero no deja de ser probable que un art�culo desde Cairo en el Boston Globe con el t�tulo "Protestas, horror, reciben el ataque de EE.UU.", refleje el estado de �nimo al citar a un camarero egipcio que dice "�yo te doy a comer y te mato? Me vuelve loco pensar en eso."

Me sorprendi� bastante comprobar lo fr�gil que es la evidencia presentada por EE.UU., transmitida por Tony Blair. Y eso despu�s de lo que debe haber sido el esfuerzo investigativo internacional m�s intensivo en la historia, en el que pudieron encontrar muy poco -mucho menos de lo que yo mismo hab�a especulado, sin tener recursos propios-para asociar a ben Laden con los cr�menes del 11 de septiembre. Eso tiende a afirmar la conclusi�n de muchos especialistas de que los perpetradores proven�an de redes descentralizadas, probablemente con poca comunicaci�n entre ellos, y muy dif�ciles de penetrar. Pr�cticamente no existen cargos contra los talib�n; salvo si albergar terroristas fuera un crimen que merece ser bombardeado, lo que significar�a que gran parte del mundo, incluyendo EE.UU., debiera ser atacada de inmediato. Debiera ser demasiado obvio para merecer un

comentario. Y no sabemos si las ofertas de los talib�n de negociar y transferir a ben Laden eran serias, porque Occidente simplemente las descart�, prefiriendo bombardear, -una posici�n tradicional aunque sea ocultada al re-escribir la historia. La falsificaci�n sistem�tica del pasado es en s� deplorable, pero tiene serias consecuencias humanas, como volvemos a comprobar.

A�n quedan los medios legales que han sido utilizados por otros estados, que han sufrido ataques terroristas, incluso mucho m�s destructivos que aquellos del 11 de septiembre. Es harto sorprendente que dichos antecedentes ni siquiera sean considerados, y yo no he visto ni una sola menci�n en la prensa dominante sobre precedentes que son apropiados y totalmente incontrovertidos, como resultado de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia y de la Resoluci�n del Consejo de Seguridad (vetada por EE.UU.), ambas evidentemente desconocidas; un �xito del revisionismo hist�rico que hubiera dejado

boquiabierto a Orwell, y un logro ideol�gico de importancia que no hay que menospreciar, como lo vemos en los titulares de la actualidad.

Es imposible estimar cu�ntos afganos, miserables e inocentes, han muerto ya como una consecuencia inmediata de la amenaza de bombardeos y del cierre de la frontera de Pakist�n, que fuera exigida de inmediato por EE.UU. (si podemos creerle al New York Times), y de que no se haya suministrado alimentos, como podr�amos haber hecho desde el primer d�a, no s�lo con lanzamientos a�reos -nada los ha impedido-sino que con convoyes de camiones, como lo demostraron los esfuerzos internacionales de ayuda, cuando comenzaron. Hubiera deseado de todo coraz�n alguna sorpresa, alguna desviaci�n de los modelos tradicionales de conducta. A menos que eso suceda, el futuro inmediato augura lo peor para el pueblo de Afganist�n, y el ciclo de la violencia puede escalar en la forma conocida, con consecuencias que no son precisamente agradables.

Traductor: Germ�n Leyens