Videoladen & Warbush
por Stefano Benni
No podemos revelar el nombre de la persona que nos ha concedido esta sorprendente entrevista que arroja una luz completamente nueva sobre la guerra actual. Le llamaremos se�or Emeeme, Mystery Man, y s�lo diremos que, tras muchos a�os en los USA y en Sudam�rica, vive ahora con identidad falsa en un pueblecito del sur de Italia. Le encontramos en la placita del pueblo, con un helado de lim�n en la mano, y lo que sigue es la grabaci�n �ntegra de sus declaraciones.
Se�or Emeeme, �por qu� se ha decidido a hablar?
Porque, antes que a la CNN, quiero contaros a vosotros, que sois el diario m�s rico y poderoso de occidente,[1] la verdad sobre bin Laden
Gracias por habernos elegido. �Quiere presentarse?
Tengo sesenta a�os. Me gradu� en espionaje, un t�tulo de cobertura, y entr� en la CIA a los treinta a�os. Trabaj� en Italia y en los pa�ses sudamericanos. En los a�os noventa entr� en el proyecto Devil.
�Quiere contarnos en qu� consist�a?
S�. La administraci�n USA ya se hab�a dado cuenta de que las perspectivas del mundo guiado por nuestra superpotencia hab�an entrado en crisis. La llamada modernidad estaba mostrando ser un motor de atraso civil y social. La econom�a era cada vez m�s un combate entre fieras, el medio ambiente se degradaba, los media hab�a dejado de informar, Internet era un arma de doble filo y todo tend�a a un futuro miserable y deprimido, con riesgos inminentes de recesi�n y colapso ecol�gico. Hab�a pues el peligro de revueltas, movimientos de oposici�n y una puesta en cuesti�n global de nuestro mecanismo de poder. Para hacer frente a todo esto se necesitaba un diablo.
�Un diablo?
S�, un enemigo. Algo que, como en la guerra fr�a, llenara de p�nico a la gente, la hipnotizara y la empujase a delegar toda libertad y toda decisi�n. Se atribuir�a al diablo la responsabilidad de un fraude ya evidente, esto es, que la new modernity se ha convertido en una �poca de cavern�colas �vidos y deprimidos. Los pueblos se agolpar�an aterrorizados en torno a sus gobiernos y los movimientos de oposici�n quedar�an triturados entre dos enemigos sim�tricos. Los medios televisivos recuperar�an la importancia que iban perdiendo d�a tras d�a. Tendr�amos entonces oleoductos seguros, fabricantes de armas satisfechos y, sobre todo, cualquier discurso relativo al medio ambiente, a la justicia y a la democracia interna resultar�a de importancia secundaria respecto del problema de la guerra aut�ntica o virtual. Se trataba de un mecanismo viejo, pero con los nuevos medios se volv�a infalible. Con todo, necesit�bamos no una guerra espor�dica, no una guerra entre peque�as etnias africanas o con degollamientos poco espectaculares de mujeres y ni�os. Se necesitaba una aut�ntica guerra eterna entre el Bien y el Mal. Y para esto nacimos nosotros, los del Devil Department: para crear enemigos a la Humanidad.
Pero alguno hab�a ya, disponible para el uso.
S�. De hecho en seguida nos fue muy bien con Gaddafi y Jomeini, al menos para preparar el terreno. Luego elegimos a Saddam. Bast� retocar un poco sus biograf�as. Era lo bastante sanguinario y tirano para funcionar durante unos a�os. Luego lleg� Milosevic. Pero tampoco �l pod�a durar mucho. Entretanto, sin embargo, no nos hab�amos quedado mano sobre mano, y hab�amos creado el primer V-Devil, el diablo virtual, o sea Osama bin Laden.
�Pero Osama bin Laden no es una persona real?
No, es una sigla. El aut�ntico Osama bin Laden muri� hace quince a�os, en su per�odo de playboy, de una indigesti�n de ostras. Al estudiar su biograf�a comprendimos que era el hombre adecuado para ser demonizado. Hubo un encuentro entre la CIA y los servicios secretos de otros pa�ses, no puedo revelar cu�les. Preparamos un plan de financiaci�n de la operaci�n con varias bancas y holdings. Luego buscamos a un actor para que lo personificara. No fue f�cil. Probamos con De Niro, con Jeff Goldblum e incluso con vuestro Franco Battiato. Finalmente elegimos a un actor napolitano, Gennaro Cannavaro, apodado ‘oSammammeta. Hab�a hecho de pizzero en Marrakesch y hablaba el �rabe perfectamente. Con barba y vestimenta adecuada, en seguida result� perfecto. Toda la campa�a contra Rusia fue desarrollada por �l seg�n nuestras directivas.
Pero �y los campos de entrenamiento? �Y al Qaeda?
Al principio los financiamos nosotros. Luego, cuando los rusos se fueron, les dejamos prosperar. Ten�amos que crear un verdadero peligro: algunos servicios secretos rectil�neos (llamamos as� a los servicios secretos no-desviados) nos espiaban. Sospechaban que todo era una operaci�n nuestra desde que interceptaron al falso Bin cantando “na sera ‘e maggio” en el m�vil.
�Y luego?
Luego empezamos con los primeros atentados. Nuestra intenci�n era tener constantemente bajo control el p�nico internacional y el fanatismo isl�mico. Ten�amos previstos picos de miedo y de guerra cada dos a�os. Pero al llegar a este punto la operaci�n se nos fue de las manos. Alguien empez� a actuar fuera de nuestro control, con atentados no previstos. Entretanto el falso bin empezaba a traicionarse; estaba cansado del papel y nos ped�a que le dej�ramos volver a Castellammare. Entonces le eliminamos. Pero antes rodamos doscientas horas de pel�cula con entrevistas, proclamas, im�genes y discursos que se podr�an transmitir literalmente o con modificaciones digitales.
�Quiere usted decir que bin Laden es una imagen virtual?
S�, era una serie de videos controlada por un ordenador del Pent�gono, que de vez en cuando difund�a alguno. La �ltima proclama que hab�is visto es un buen ejemplo. Lo rod� yo mismo hace dos a�os. Las rocas, como alguien ha descubierto, son de poliestireno; Osama Cannavaro, si se mira bien sus ojos, est� leyendo un cartel escrito, y la barba est� un poco despegada.
�Y son ustedes quienes han difundido esta filmaci�n?
No, y �ste es el problema. A primeros de septiembre ocurri� algo misterioso. El ordenador central perdi� de improviso el control de la programaci�n de Videoladen. De sus setenta tel�fonos celulares partieron �rdenes no previstas. Pensamos en un error en la programaci�n del ordenador, pero el nueve de septiembre de una parab�lica en la cima del Pamir parti� una filmaci�n de Laden con mensajes en c�digo para los terroristas. No conseguimos descifrarlos a tiempo y de ah� el ataque a las Torres Gemelas.
�Y no pueden pararlo?
No. El avi�n que se estrell� contra el Pent�gono tambi�n destruy� el sistema de ordenadores que controla al Laden virtual. No sabemos qui�n est� transmitiendo las im�genes difundidas actualmente; podr�a ser un ordenador enloquecido o alguien que ha tomado el control. Las im�genes las hemos rodado nosotros, pero el efecto que producen est� ya fuera de nuestra voluntad y de nuestra previsi�n.
�Y los talibanes? �Y el mullah Omar?
Los talibanes son verdaderos; el mullah Omar, en cambio, fue sometido a hipnosis por nuestro Trance Command. Obedece los mensajes de bin Laden y s�lo puede ser desactivado pronunci�ndole el password “salchicha”. Sin embargo ya no responde al control.
Entonces la soluci�n es sencilla. Suspendan los bombardeos y nadie podr� transmitir las filmaciones en que el falso Laden incita a la guerra pues as� se descubrir�a el truco.
No es tan sencillo. Hay un segundo problema, la operaci�n Five angels.
�Otra idea de ustedes?
Exacto. Mientras nosotros prepar�bamos el Diablo, otra rama de la CIA preparaba el Angel, o sea, el presidente de los Estados Unidos. Proteger a los presidentes USA de atentados terroristas, conjuras de la CIA y tiradores locos es un trabajo dif�cil y costos�simo. Y adem�s cada vez hay que volver a votar y sustituirlo. Entonces pensamos en clonarlo y construir cinco presidentes, los Five angels. Muerto uno, inmediatamente hay disponible otro.
Pero es monstruoso
Tal vez sea monstruoso, pero resulta funcional. Hemos introducido en el ordenador las exigencias y las espectativas de los cien hombres m�s ricos y poderosos de Am�rica, adem�s de opiniones de expertos en comunicaci�n y estilistas. Seg�n estos datos hemos modificado el DNA y construido cinco Clinton cibermodificados. Realmente, no era el sujeto ideal, un poco excesivamente liberal, pero se trataba de un experimento inicial.
�Qui�n fue elegido?
Fue elegido el Clinton verdadero. Luego trat� de poner en pr�ctica un discurso sobre el desarme y lo sustituimos por el primer clon, Clintone, Clinton one. Era la versi�n War and Smile, guerra y sonrisa, pero ten�a un defecto de fabricaci�n: le hab�an puesto demasiada l�bido en el file del smile y empez� a recurrir a las becarias. Como tambi�n se le hab�a insertado un file de autocontrol moral, el pobre Bill cay� en una contradicci�n gen�tica, empez� a hacer sexo a medias y explot� por el stress. Lo sustituimos por Clintwo, Clinton dos, hasta el final del mandato. El que funciona ahora es Clinton tres, versi�n jubilaci�n. Todav�a hay dos m�s en un hangar de la NASA.
�Y despu�s?
Despu�s los ordenadores dijeron que el nuevo presidente USA deb�a tener sobre todo una cualidad: no ser demasiado inteligente.
�Han clonado cinco Bush y Gore en versi�n est�pida?
No, ya eran lo bastante est�pidos desde el principio. Digamos que hemos valorado ese talento gen�tico suyo.
�Por qu� eligieron a Bush?
Los clones de Gore, por un error del sistema de bio-cultivo, resultaron mal, todos de piel oscura. Los de Bush eran perfectos.
�Y el verdadero Bush?
El verdadero Bush muri� hace dos a�os, mientras jugaba al golf, en un atentado de Videoladen. El que hemos elegido era Bush tres, el m�s maleable y m�s del gusto de los petroleros.
�Es el que gobierna ahora?
No. Desgraciadamente Bush tres fue destruido en el ataque al Pent�gono, junto con el uno, el dos y el cuatro. Qued� s�lo el cinco. Por desgracia el quinto es el Warbush. Es un clon especial de guerra, programado con la ayuda de la Lockeed y de la Northrup. No tiene programas de paz en la memoria, est� inserto en el mismo sistema de ordenadores que controla al falso Laden, y es imposible pararlo.
�Esto significa...?
Que funciona s�lo en tiempo de guerra, y, por autoconservaci�n, har� cualquier cosa por ir hasta el final. Eso favorecer� mensajes autom�ticos y sim�tricos por parte de Videoladen.
Si no me equivoco, entonces, estamos en una especie de videojuego en el que las reglas ya est�n dadas y el final es la destrucci�n.
Exacto. Se sube de nivel en nivel hasta la destrucci�n del boss final. Hasta un ni�o lo sabe.
�Y cu�l es el remedio?
Habr�a que apagar el videojuego. Pero nosotros ya no sabemos quien lo dirige y quien dispone de las consolas, si un ordenador enloquecido o un clan de fan�ticos isl�micos, un traidor USA, un pool de servicios secretos o la mano de Dios.
�Y entonces?
Entonces, la �nica v�a de salida es darse cuenta de que somos esclavos de un videojuego. No dejarse llevar por el p�nico y no aceptar una gesti�n militar del mundo. Comprender que no hay s�lo un diablo, sino mil, y que algunos tambi�n roen la democracia de vuestro pa�s. Que no s�lo existen bioterroristas, sino tambi�n los que construyen y venden las armas biol�gicas. Que las mafias no son menos peligrosas que Al Quaeda. No es f�cil, pero muchos lo est�n comprendiendo ya. Esta vez la historia del demonio y de los �ngeles funciona peor de lo previsto. Ten�amos ya dos nuevos diablos en elaboraci�n, Han Ping, el drag�n chino, y tambi�n Hagrafartatharth y sus astronaves. Pero la CIA ha bloqueado los fondos.
Im�genes virtuales, clones, relatos medi�ticos. �Acaso hay algo verdadero en esta historia?
Los muertos y el dolor son sin duda verdaderos. El odio de los fan�ticos es verdadero. Los intereses econ�micos son verdaderos. El abismo entre pa�ses ricos y pobres es verdadero. Los traficantes de armas son verdaderos. La corrupci�n del sistema financiero es verdadera. Los diablos que sostienen a Videoladen son verdaderos.
�Y en Europa? �Qu� es verdadero y qu� de ficci�n?
Blair es verdadero, pero se le ha hecho un lifting gen�tico. Era demasiado blanducho, y lo hemos reforzado con c�lulas de marines, aunque por error, desgraciadamente, le hemos insertado tambi�n una c�lula de rothwailer. Eso a menudo le vuelve agresivo y siempre ha de tener alrededor una escolta que le impida perseguir a los gatos.
�Y Berlusconi?
Hace a�os realizamos una intervenci�n en su patrimonio gen�tico. No fue f�cil, pues en mitad de las c�lulas tiene setenta y siete abogados para defenderlo. Acept� ser modificado para volverse m�s alto. Desgraciadamente hubo un sabotaje. Creci� hasta el metro ochenta y cinco pero se volvi� comunista. Por fortuna hab�amos hecho un clon, Berlusconi dos, que es el que os gobierna ahora.
�Lo controlan con un sistema de ordenadores de la NASA?
No, lo controla directamente Bush con un telemando de tren el�ctrico. De vez en cuando se divierte haci�ndole pegarse porrazos. No se necesita mucho para hacerle obedecer. Y ahora, basta de entrevista.
�Est� fatigado?
No, soy un bio-replicante de caducidad fija, modelo Yogurt 676, que algunos cient�ficos honrados programaron para dar informaci�n en caso de accidentes peligrosos como �ste de Videoladen y Warbush. Estoy extingui�ndome y me queda apenas un hilillo de energ�a, menos que el pacifismo de los dem�cratas de la izquierda.
Por favor, d�nos alg�n dato m�s.
No. Ten�is que apa��roslas solos. Los diablos no son verdaderos: los hab�is inventado vosotros. A vosotros os correponde creer tambi�n en otras divinidades. Las del dialogar, del construir, del volver a empezar, del esperar y del no delegar. Y ahora ha llegado mi hora. He visto cosas que vosotros, humanos, ni pod�is imaginar
Lo s�... las naves de Ori�n en el ocaso...
No. He visto las leyes de excepci�n del parlamento. He visto el Nobel de la paz para Kissinger. He visto a Saddam diciendo que �l no tiene nada que ver. He visto bombardear la Cruz Roja. He visto a Aznarete...
Una �ltima pregunta, por favor.
Este programa ha terminado y todas las aplicaciones se perder�n. Pague usted el helado. Adi�s Samantha...
Con estas �ltimas palabras, don Emeeme, justo ante nuestros ojos, se licu� en un hilillo plateado y fluy� hasta el mar. Lo cre�is o no, �sta es la grabaci�n integral de la conversaci�n, y es aut�ntica y veros�mil. Los USA han pagado a un equipo de directores y escenificadores para preparar los escenarios futuros. Pero, bueno; a nosotros los escenificadores americanos, como suele decirse en Nebraska, nos la sudan.
[Trad. aprox.: J.R.C.]
[1] Publicado en Il Manifesto el 18 de octubre de 2001